sábado, julio 15, 2006

Atlántida I

Me complace presentaros a un nuevo colaborador de este blog, el marqués de Aymar y Montferrat, una pluma de reconocido prestigio que nos ilustrará con su brillantez habitual sobre uno de los misterios más fascinantes de la historia, la mítica civilización de Atlantis. Sin más preámbulos os dejo su primera entrega.

La Atlántida ( I )

Querido discípulo aventajado:
Debe agradecer a su colaboradora y gran amiga mía, Madame Blavatski, que me convenciera de poner a su disposición alguno de mis documentos, con el fin último de aleccionar e instruir en la Gran Arte. Le concedo ahora un documento, que si bien peca de simple, servirá bien para la mayoría de los lectores de su foro. Para el resto, prometo nuevas entregas, con material más actualizado.
"Existe un relato inconcluso dentro de los Diálogos perdidos de Platón que describe la existencia de un continente emplazado más allá de las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar) donde sus habitantes gozaban de una civilización tan sofisticada como jerarquizada. Este relato se desglosa en dos obras de estos Diálogos titulados Timeo y Critias, donde el narrador detalla minuciosamente la estructura de Atlantis, marcando su evolución desde su génesis hasta su desaparición por un temible maremoto fruto de la ira de Júpiter. Según explica Platón, el dios de los dioses, enojado por la "depravación de un pueblo antes tan generoso", decidió reunir a todos los dioses para... Y aquí se acaba el relato. Es evidente que su castigo tomó forma de maremoto, puesto que el resultado fue que el continente desapareció bajo las aguas, pero retrocedamos al inicio del relato y veamos cómo era esa civilización que tantos sueños ha despertado entre investigadores.
Según Platón por boca de Critias, los dioses se repartieron la Tierra en varias partes, correspondiendo este Continente a Poseidón. El dios de los mares permitió que allí vivieran Evenor y su mujer Leucipo, concretamente en la montaña que reinaba en el centro de la isla. De esa unión nació una única hija, Evenor, de quien se enamoró Poseidón y con la que finalmente tuvo cinco generaciones de hijos y gemelos. Así, este dios decidió fortalecer la isla distribuyéndola en círculos de mar y tierra como si de una gigantesca diana se tratara, y al primogénito le otorgó la porción correspondiente a la morada de su madre y antes de sus abuelos, es decir, la montaña central. Este hijo recibió el nombre que después se empleara para designar a toda la isla y el océano Atlántico: Atlas.

Con el transcurso de los años y manteniendo la jerarquía marcada en la distribución divina del territorio, la civilización atlante fue prosperando. Gozaban de fuentes termales, de minerales preciosos, de una fauna rica y tierra fértil, y para conseguir el mejor de los puertos de la época, realizaron canales que conectaban los círculos de agua entre sí, pues éstos eran un inmemorable resguardo natural para los barcos.
Riquezas, abundancia y sabiduría desviaron a los atlantes hacia la codicia de la conquista de las tierras occidentales, donde perdieron su virtud ante los dioses hasta provocar la cólera de los dioses que los hizo desaparecer (o no)."
Sirva este documento como muestra de caballería espiritual, me despido hasta la próxima entrega.
Su nuevo colaborador, el Marqués de Aymar y Montferrat.

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