domingo, julio 13, 2008

Crisis Mundial Torneo de los Regentes: Quinto Combate

Anbasa Segad Akinnuoye-Agbaje contra Sir Edward Holst


El último combate, hoy se decide que parte de la Academia se quedará con el nombre y todo lo que ello conlleva mientras que la otra deberá elegir entre la rendición y el paso a la clandestinidad. La expectación es alta, la organización está muy satisfecha con el transcurso del torneo que les va a permitir celebrar los cinco combates con todos los ingresos que eso supone. He vivido cada combate como una final, jugando un papel que no acababa de entender salvo quizás en el caso de ese cañón que tuvimos que desactivar y aquí estoy acompañado por mis fieles aliados y las atentas hadas, a las que echaré de menos, aunque tengo un plan en marcha, mi mente de hostelero no descansa.

El Coliseo está lleno hasta la bandera, han puesto más pantallas y en el ambiente se respira la expectación por ver que bando se alza con la victoria. Resúmenes de los anteriores combates se mezclan vertiginosamente con imágenes de los Regentes que saldrán hoy a la arena. La música es atronadora y aún así apenas se distingue de los cánticos de los espectadores que huelen la sangre que se derramará, irónicamente este combate se verá en cualquier sitio excepto en la Tierra, justamente el lugar cuyo destino depende de su resultado.



¡El ojo del tigre!, la hora de la Verdad


Salen los Regentes despacio, con el orgullo del que ha forjado la historia con sus manos, altivos, conscientes de su pertenencia a una clase elitista que sólo responde ante unos seres que dejaron su humanidad atrás como una piel vieja. Sir Edward Holst lleva la púrpura de Bozrah con clase y dos espadas gemelas, una blanca y otra negra sobre cuya composición no me atrevo a especular. Completan su indumentaria un amuleto con la forma del ojo de un dragón, un cinturón dorado y unos guanteletes que parecen poseer vida propia.

Anbasa Segad Akinnuoye-Agbaje es un gigante de más de dos metros de altura. Su avanzada edad, comparable a la mayoría de sus compañeros, no ha afectado en lo más mínimo a su constitución que sigue siendo la de un titán, en sus recientes escaramuzas con los Grises ha matado a alguno de sus mejores efectivos con sus manos desnudas. Viste pieles de animales cazados por él mismo en los lugares más salvajes del cosmos y porta sendas espadas curvas que recuerdan a los cuchillos de los temibles Gurkhas.


Los Regentes luchan por el destino de la Tierra.

Se saludan como iguales y empieza el combate. Las espadas chocan con violencia soltando chispas. Es un espectáculo tremendamente violento e increíblemente plástico a la vez, hipnotiza como un ballet ejecutado con precisión milimétrica en el que un fallo no cuesta una regañina del director sino la muerte. Concentrado en la batalla, con el corazón latiendo como un potro salvaje desbocado por las interminables llanuras de Missouri no percibo su llegada hasta que un toque en mi hombro derecho junto a su pestilente olor. Así que a por el combate secundario.

Reaccionamos como un solo hombre e incluso nos ayudan algunas de nuestras anfitrionas, que comparten nuestro rechazo a los recién llegados. Son, es un poco complicado decirlo. Visten como ninjas, son parecidos a los gorilas de nuestro planeta, algunas de sus partes son mecánicas y finalmente diría que su peste se debe a que son no muertos. Una combinación inusual destinada a
ponernos a prueba, la gran traca final.

Con el rabillo del ojo veo como los duelistas destapan habilidades ocultas en sus espadas, que brillan como soles en miniatura y cambian adoptando formas que violan cualquier ley física que estudiara en mi viejo colegio de suiza, a la señorita Breittenger le daría un soponcio si viera esto. La hada con la que tengo una mayor confianza me ha cogido en brazos y estamos volando señores, es increíble, una experiencia que todo el mundo debería vivir. Me siento como Barbarella cuando abatía esas naves de guardias negros desde los brazos del ángel ciego, chupaos esta monos ninja cyborg zombis del espacio.


Barbarella, una película de visión obligada

Se nos unen espontáneos del público en nuestra lucha a muerte con esas fétidas criaturas...Bueno, parece que ha caído la última. Un beso discreto a mi amiga especial de Mundo Duelo y vuelvo a mi asiento justo a tiempo para presenciar el final del combate. Sus ropas están despedazadas, pobre púrpura de Bozrah, quien te ha visto y quien te ve. Sangran de múltiples heridas pero eso no parece hacer mella en su férrea determinación. Sus espadas, ellos mismos brillan por las cantidades desproporcionadas de energía que manejan sin ninguna restricción.

Una pausa frena en seco esta lucha encarnizada. Sir Edward Holst hace ademán de hablar. Veamos que dice.

- Has demostrado ser un oponente digno, a la altura de tus dos compañeras, mas debes saber en el fondo de tu mente que vuestra derrota es inevitable, la única forma de que la Academia perviva es junto a los Grises. Si lo reconoces y depones tus armas no habrá castigo y volveremos a ser hermanos.

- Tus palabras aunque dulces en apariencia son amargas como la hiel, vendernos a los Grises es traicionar nuestra razón de ser y sin eso estamos muertos, prefiero una muerte honorable a arrastrarme como un espectro, una marioneta sin alma controlada por alienígenas.

- Que así sea, ha sido un honor pelear contigo.

- Lo mismo digo, cuando nuestros caminos se vuelvan a encontrar veremos quien tenía razón.

- Si eso ocurre te invitaré a una pinta de la mejor cerveza.

Las espadas de Holst se extienden hacia el cielo azul como las alas de un dragón, las de su oponente sin embargo se enrrollan sobre su cuerpo como hojas y de su boca sale un enjambre de insectos, negros como la noche. Las espadas caen sobre su objetivo comoo fuerzas de la naturaleza. Un destello de luz nos ciega.

Pasa el tiempo, poco a poco recupero la vista. Anbasa Segad Akinnuoye-Agbaje yace en el suelo inmóvil, un movimiento imperceptible en su ensangrentado pecho muestra que está vivo. Su rival, Sir Edward Holst, se sostiene a duras penas en pie gracias a sus espadas que conservan una forma más grande de lo habitual. Su cuerpo desnudo de cintura para arriba muestra el devastador efecto del ataque final del africano, que apelando a la magia negra conjuró a los inesctos. Los dos están heridos de gravedad, no obstante es dolorosamente claro que el ganador es...

Sir Edward Holst, el mal ha ganado. La facción de la Academia que entregó las llaves del reino ha salido victoriosa. Auténtica Academia 2- Falsa Academia 3 es el duro resultado final. Queda mucho por hacer y por decidir. No quiero despedir esta luctuosa jornada sin reconocer la extrema valentía y arrojo demostrado por el Regente Anbasa Segad Akinnuoye-Agbaje que disputó la victoria hasta el último suspiro.

¡Que Isis nos guíe y proteja!

1 comentario:

  1. Creo que todos sabíamos que el resultado de este encuentro era inevitable, y que del mismo modo que el resultado del combate de la Baronesa era evidente, la única posibilidad de que la Auténtica Academia ganase este torneo sería resolverlo antes, de forma que Sir Edwar Holst no llegara a combatir.
    Es decir, las derrotas de McBright y Steve Walter Benjamin sentenciaron este torneo desde el principio.

    Que Brigit nos proteja.

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