martes, noviembre 11, 2008

Éramos pocos y parió la abuela: El flujo oscuro

En la página del siniestro escritor británico Warren Ellis me he encontrado esta mañana con la última ocurrencia de la física moderna. Entre la resaca del acto de presentación de nuestra alianza con Zeta Reticuli y el pequeño debate que has suscitado el último post no pude leer el artículo a fondo hasta hace un rato. Siguiendo una tradición que data como mínimo del descubrimiento de los rayos X los científicos cuando creen descubrir algo que no comprenden le dan un nombre completamente genérico y sobre todo misterioso. Tras los éxitos de crítica y público de la Materia oscura y la Energía oscura los chapuceros y aún así alegres muchachos de la NASA nos traen el flujo oscuro.

El equipo liderado por Alexander Kashlinsky, del Goddard Space Flight Center en Maryland se proponía comprobar que los clústers de galaxias más lejanos se mueven más despacio, como sería de esperar por la expansión del universo. Lo que se encontraron fue que se movían a la misma velocidad y en la misma dirección. Teoría fallida, aquí es cuando empieza el triple salto mortal al vacío. Como los factores conocidos no lo explican acuden a un nuevo concepto, el flujo oscuro, que tiraría de las galaxias desde fuera del universo, habéis leído bien, fuera del universo.

Según estas mentes privilegiadas unas estructuras desconocidas situadas más allá de los límites de nuestro universo, estarían atrayendo hacia sí la materia. Es decir, algo que no sabemos si existe en un lugar que tampoco sabemos si existe afecta a la expansión del universo tanto como el Big bang, del que sí tenemos pruebas. Lo mejor es que pueden hilar ambas cosas de una forma especialmente extravagante. Justo después del Big bang la teoría dice que habría tenido lugar una expansión salvaje que habría enviado trozos de materia fuera de nuestro universo...¿al multiverso? Esto ya es un territorio demasiado familiar para el infame Patrick Von Steiner como pare sentirme a gusto transitándolo. Permaneceré atento y consultaré a nuestros amables vecinos.

Atentamente, Sir Edward Holst

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