La lucha continúa: La oferta

Sin quitarnos la mirada de encima, como dos duelistas del viejo oeste fuimos lentamente hacia un despacho bajo la atenta mirada de sus secuaces, mayormente femeninas. En sus ojos era patente su devoción enfermiza al comatoso y exiliado Sir Edward Holst. Hay que reconocerle que ha dejado un legado duradero. No sé si volverá de Zeta Reticuli pero de lo que sí estoy segura es que habrá un ejército listo esperándole. Su utopía no está tan muerta como nos gustaría pensar.

Entramos en el despacho y quedamos a solas, con dos guardias vigilando la puerta. Ellen, relajada como si fuera una amiga de su infancia me ofreció una copa de un vino caro de Baviera. Lo bebí de un trago, no sé muy si para causarle una buena impresión o para prepararme para la "charla". En cualquier caso el gesto funcionó y me indicó una silla, no muy cómoda pero era preferible a seguir de pie.

Fue directa al grano, planteó la situación del triángulo de fuerzas formado por nuestra respectivas organizaciones y la Asamblea y de cómo tarde o temprano saltaría por lo aires sumiendo al mundo en una nueva crisis. Para evitar ese desfavorable escenario me propuso un alto al fuego, no una alianza ni nada parecido, simplemente no nos cruzaríamos en el camino del otro y centraríamos nuestros esfuerzos en derribar a la Asamblea. Y aunque no confiaba precisamente en la mano derecha del Usurpador tenía un claro as en la manga, mi compañero Bad Wolf, cuyo bienestar dependía de mi respuesta.

Un saludo pop de Carman Corrigan, ¡Por Isis!