sábado, octubre 25, 2025

Un investigador de lo desconocido en el Louvre

La realidad no le va a la zaga a la ficción, y no hay mejor muestra que el reciente robo en el museo del Louvre. Un domingo, a las 9:30 a. m., en pleno día, unos ladrones destrozaron dos vitrinas de la galería de Apolo y se llevaron ocho objetos preciosos e irreemplazables: un collar real de zafiros, un collar real de esmeraldas y sus pendientes a juego, y una diadema que llevaba la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, soberano de Francia en el siglo XIX. Este golpe al orgullo francés duró menos de siete minutos. Bien podría ser una historia del legendario ladrón Arsenio Lupin, o de su nieto, Lupin III.

Afortunadamente, las fuerzas del orden ya están tras el rastro tanto de los delincuentes como de su botín, y ahí es donde toca la temática de esta bitácora, más allá de la resonancia de este robo con la Cultura Pop. Aunque ahora digan que se trata de un transeúnte sin relación alguna con el caso, para alguien como yo, con una carrera que abarca ya varias décadas, es evidente que se trata de un camarada de profesión, un investigador de lo desconocido. Su clase y elegancia lo delatan. De igual manera, no me cabe duda de que les esperanzas de que Francia recupere las joyas de la corona están en sus manos. Desde esta humilde bitácora le deseamos la mayor de las fortunas.

¡Por Isis!

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