Tras lo que ha sido a todas luces un acto coordinado de sabotaje los dos gaseoductos que conectaban Rusia con la Unión Europea, el Nord Stream 1 y el 2 han quedado inutilizados, con la ironía de que el 2 nunca llegó a entrar en funcionamiento. La más que evidente conexión de este incidente con la guerra en Ucranía no se le escapa ni al más ingenuo. La división de opiniones surge cuando toca identificar al responsable de este ataque, que pone de manifiesto nuestra vulnerabilidad. Mientras unos apuntan a Rusia, otros, alimentados por su tradicional inquina, hacen lo propio con el objeto de su odio, los Estados Unidos de América. Nosotro sabemos de primera mano que, en la mejor tradición de las películas de James Bond, ninguna de esos países está tras esos ataques, sino cierto grupo de cibercriminales que se están beneficiando tanto de la guerra como de la crisis económica provocada por la misma.
Nuestra eficaz aliada, la ciberguerrera Alice ha podido indentificar al miembro de Elysium que dio la orden de dejar fuera de funcionamiento los dos gaseoductos. Se trata de un hacker nigeriano, que estudió nada menos que en Oxford, aunque parece que sólo ha usado lo que aprendió ahí para el mal. Comenzó con el archifamoso timo del príncipe nigeriano hasta convertirse en un cibercriminal de primera fila, muy cercano al infame El Gran Gorynych. Usa el nombre de Egbere, una peculiar criatura mitológica de su país. Un espíritu maligno que vive en los bosques, que posee una alfombra. Según la leyenda aquel que sea capaz de robarle la alfombra se hará inmensamente rico. Adivinad el motivo por el que usa el nombre. Pues bien, sabemos que está detrás del sabotaje de los gaseoductos porque no es nada sutil. Está vendiendo NFTs de los ataques, grabaciones de gran calidad que sólo pudieron hacer los atacantes. Además, presume de su éxito en las fiestas privadas que monta por todo del mundo, desde Londres a Dubai, que es donde le encontró nuestra compañera. Es un hombre tan encantador como arrogante, que ve la Tercera Guerra Mundial como la palanca para llegar a la Singularidad. Nuestros caminos están destinados a cruzarse y no de forma amistosa precisamente.
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¡Por Isis!