miércoles, abril 09, 2008

El rugido del tiburón

Este post está dedicado a ese bellaco de la Academia que firma según él con su verdadero nombre, el Doctor John W. Tiburón Canalla. Desconozco la posición que ocupa en la férrea y arcaica jerarquía de la Academia, pero me atrevo a dudar que se codee con su admirado Sir Edward Holst, como mucho y viendo sus limitadas capacidades intelectuales le permitirá llevarle la prensa al sofá mientras degusta un Gran Reserva. No obstante, no divagemos, encontrarme de nuevo con este sicario me ha recordado una película que ponía en tela de juicio las tesis defendidas por la Academia sobre la evolución de las especies y los tiburones en concreto.

Esa obra magna del cine no es otra que Tiburón IV, que da un paso en el estudio de estos asombrosos depredadores. Si ya en la tercera la criatura protagonista adoptaba un tamaño superior al reconocido por los timoratos académicos en esta da un paso más allá desarrollando capacidades propias de otras criaturas como rugir o ¡reconocer parentescos! En efecto, el escualo de esta entrega busca vengarse del jefe de policía Brody y para eso caza sin piedad a sus hijos. El cómo es capaz de hacer eso se deja en el aire, aunque la novelización apunta no sin criterio a un brujo shamán, un viejo enemigo de Brody, que controlaría al tiburón.



Entre dos causas tan plausibles como la magia o la activación de una programación oculta en el ADN de la bestia no me veo capaz de optar por una. Quizás sea un mezcla de las dos. Además cuenta con el sello de garantía que es la participación de un caballero de la talla de Sir Michael Caine. Esta película debería estar al lado o en vez de esos aburridos documentales que sólo sirven para combatir el insomnio.

¡Por Isis!

4 comentarios:

  1. como la 1ª ninguna! y es ke la sombra de tito Spielberg es muy alargada
    pero estas continuaciones vienen bien para descubrir lo ke perpetran ciertos cerebros inconexos de este mundo sin par

    saludos^^

    ResponderEliminar
  2. Estimados colegas:

    Siempre he sentido un gran interés y admiración por los tiburones. Su increíble capacidad de adaptación y supervivencia han alimentado durante siglos la leyenda que los envuelve.

    Pero no nos equivoquemos, al escualo de La Academia (90% canalla, 10% tiburón) no le mueve ni el instinto, ni un cerebro desarrollado, ni tan siquiera la magia..., sino el fétido olor a carnaza.

    Y un gran Oh Yeah! para todos...

    Su amigo y colega:

    Dr. T-Love

    ResponderEliminar
  3. ¡Mwahahahahaha!

    Me ha saltado una alarma en el ordenador, que me avisa de la aparición de mi nombre en un medio de comunicación. ¡Qué decepción al ver que fue en este pozo negro! ¿Creen ustedes que tengo tiempo que perder en semejantes despropósitos? Tengo ya bastante con mis investigaciones en ingeniería genética, y computación evolutiva, como para desperdiciar un solo segundo.
    Mención especial y excepcional haré a uno de los seguidores de este particular Abismo. Me refiero a usted, J ( W. Escu(a)lo Canalla). No me eche de menos, y desde luego no se precie de ser usted quien escriba mi epitafio. Ya tengo una lápida con mi nombre, y en ella reza: "Por aquí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va a la raza condenada...¡Oh vosotros los que me seguís, abandonad toda esperanza!"

    ¡A rañala, raparigos!

    ResponderEliminar
  4. Al tiburón canalla sólo le diré cuatro palabras:

    1 - Breikindance
    2 - Crusaito
    3 - Maiquelyason
    4 - Robocop

    ResponderEliminar