La dueña de esta enigmática y laberíntica mansión es Sarah Winchester, la esposa de William Wirt Winchester, y William a su vez era hijo de Oliver Winchester, el primer presidente que tuvo la compañía de rifles Winchester. Sarah creía que la acechaban los fantasmas de todas las personas que morían a manos de las armas creadas por la empresa familiar, que no eran pocos precisamente dado el brutal éxito que tenían y lo famosos que han llegado a ser. Curiosamente distinguía entre buenos y malos fantasmas, usando unos criterios bastante racistas y clasistas. A los primeros los conducía a su habitación privada para hablarles y pedirles consejo. De hecho afirmaba que seguía sus indicaciones a la hora de ampliar la casa. A los segundos, en cambio, los dirigía hacia puertas y ventanas sin salida atrapándolos por toda la eternidad. La visita está siendo interesante, aunque de momento no he obtenido ideas para rescatar a nuestros compañeros.
¡Por Isis!, Gwen Marsters
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