Habéis podido leer las versiones de los Arribistas, Elysium y los Hijos del Nuevo Mundo sobre lo acaecido en Las Vegas en la víspera de Wrestlemania 41. Cada bando se ha declarado el vencedor en dicha contienda. Aquí no vais a ver nada de eso. Creo que difícilmente se puede considerar que alguien ganara realmente ese día. Fue una batalla campal tan cruenta como caótica. Hay hechos que son impepinables y que aparecen en las tres crónicas. Tres Arribistas fueron capturados, grávemente heridos, pero con vida. Más de lo que pueden decir los soldados rasos de los bandos en liza que dieron su vida por un choque de egos. Un individuo que fue identificado como el Maestro del disfraz y conspirólogo Augustus Severinus Píngolas fue atrapado por los Arribistas, concretamente entre el Oso devastador y Fénix Asecendiente. Aquí empiezan las discrepancias y es donde debemos entrar nosotros, los invitados de última hora para arrojar luz en la medida de nuestras capacidades.
Al igual que la gran Iyo Sky, nuestros rivales nos ignoraron antes del combate, nos veían como un incordio, incluso cuando aceptaron nuestra presencia con la condición de que lleváramos a la magistral ciberguerrera Alice. La Verdad es que nosotros pusimos fin a un combate que amenazaba con arrasar como mínimo Las Vegas. Arribistas, Elyisium y Los Hijos del Nuevo Mundo estaban absortos en sus peleas y no estaban dispuestos a ceder. Todos buscaban esa Victoria que les marcara como los Líderes de una Nueva Era. Sólo cuando Alice aceptó ir con los Arribistas en su misión para hacer una nueva Piedra Filosofal se abrió la posibilidad a un final que dejara más o menos satisfechos a todos. Los Arribistas tenían a su odiado enemigo y a su amada. Los Hijos del Nuevo Mundo a presas de gran calibre. Elysium a un prisionero clave y una prueba de campo satisfactoria de su nueva IA. Nosotros, el fin de una batalla absurda, pero sobre todo, poder retomar la Misión de liberar a los rehenes de la impía alianza formada por la corrupta y decadente Academia y los Grises.
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