Como ya os podías imaginar todos los lectores de esta humilde bitácora, la clave para dar con el laboratorio clandestino en el que la impía coalición de académicos y Grises retiene a los inocentes que secuestraron como represalia por su humillante derrota en la lucha por los homúnculos, es nuestra aliada, la ciberguerrera Alice, que va a bordo de la nave de los Arribistas. Nuestros enemigos nos conducirán directamente a su cubil, en el que Fénix Ascendiente y sus colegas esperan crear una nueva Piedra Filosofal, ignorando cualquier principio ético y moral.
¿Estamos poniendo en peligro a nuestra compañera? Es una pregunta que me ha llegado aquí, a la colonia espacial autónoma Daikokuten, enviada por muchos amigos y colaboradores preocupados, y no sólo desde la Tierra. Mi respuesta es un rotundo no. No tanto por los Arribistas que tenemos prisioneros a bordo, pues no pondría la mano en el fuego por el sentido de la lealtad dentro de esa corrupta y decadente organización que es la Academia, sino por el amor obsesivo que siente Fénix Ascendiente, un sentimiento que la ciega al evidente encanto de las otras ciberguerreras, investigadoras y divinidades que hay en nuestras filas. Quiere impresionar a Alice con una gran victoria que la resarza ante sus ojos. Sin ella, todo este teatrillo se viene abajo y tendría que afrontar sus fracasos. Un disparate, pues lo que desea Alice es que los Arribistas compartan sus dones con la Humanidad y hagan de nuestro hogar un lugar mejor. hacer experimentos abominables con el enigmático Augustus Severinus Píngolas no va a hacer que la vea con mejores ojos precisamente. Desde este punto indeterminado del espacio entre la Tierra y el anillo de asteroides, le mandamos un mensaje de esperanzas a los rehenes, vuestra liberación se acerca.
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