Tras dejar atrás el combate de Las Vegas, al fin hemos podido ponernos con la Misión, liberar a los rehenes de la Academia y los Grises. Un asunto que nos toca de lleno pues usaron nuestra Utopía para embaucar a una buena parte de ellos. Ahora, la colonia espacial autónoma Daikokuten se dirige hacia la base espacial clandestina en la que los retienen para emplearlos como cobayas en experimentos inhumanos que podrían estar relacionados con el plan de los Arribistas de crear una nueva piedra filosofal a partir del cuerpo de su archinémesis, el enigmático Augustus Severinus Píngolas. Aún me cuesta creer que hayan conseguido atraparlo. Sigo mirando este blog, esperando ver una entrada del susodicho riéndose de los Arribistas.
De la base clandestina sabemos que está en el cinturón de asteroides que hay entre Marte y Júpiter, pero es viene a ser el equivalente a buscar una aguja en un pajar inmenso. Ahí es donde entra Fénix Ascendiente y su tropa, que se dirige hacia esa base. La cuestión era cómo seguirles el rastro, pues evidentemente tienen medidas de seguridad para evitar ser rastreados. De algo tiene que servirles el robo indiscriminado de tecnología alienígena. Todo el mundo ya debe saberlo, pero por si acaso hay alguno que aún no se haya enterado, la respuesta es Alice. La aliada de Steiner con la que está obesionada hasta el absurdo Fénix Ascendiente. No hay tecnología capaz de impedir que Gwen Marsters y el grupo de ciberguerreros de la Resistencia puedan localizar a cualquiera de sus miembros. Ese es otro motivo más por el que están abordo de nuestra colonia espacial Steiner y su alegre banda, con su nave "conejo". Es fascinante la de cosas que encuentra el suizo en playas. Seguramente os preguntéis si esta revelación pondrá en peligro a Alice, dejaré que Steiner os explique en su próxima intervención porqué no es el caso. Mis dos invitados involuntarios es uno de los motivos.
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