Cuando una organización se marca como objetivo controlar el conocimiento de un planeta entero, cuando decide qué entra dentro del canon y qué es ocultado y/o vilipendiado acumula un karma negativo que tarde o temprano acaba pasándole factura. Ahora ya no solo nos oponemos nosotros, los heterodoxos, a sus turbias estrategias sino que ahora se encuentran con un grupo cuya existencia es fruto directo de sus acciones. Los Hijos del Nuevo Mundo eran académicos, que siguieron fielmente las órdenes de sus superiores y creyeron en la Utopia ideada por el Usurpador. Cuando cayeron con sus amos grises antes las fuerzas conjuntas de la Resistencia y el Liceo cambiaron de rumbo, abandonando al Usurpador y renegaron de sus ideas. Ahora esos fieles han empezado una ofensiva contra sus antiguos compañeros y jefes. No me dan ninguna lástima, se lo merecen, todos y cada uno de los miembros de la Academia. Sus cómplices de la Asamblea deberán decidir qué hacer, si defender a esos truhanes o dejarlos a su suerte. Yo, en cambio, retomo mis investigaciones, que bien podrían llevarme al ignoto polo sur.
¡Por Isis!
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