Desde su llegada a la Tierra, el valeroso Capitán Neyyan Skyssain ha desarrollado un notable apego con algunos sitios. El que sin duda encabez la lista, es la playa de Caneliñas, un lugar con encanto en Portonovo del que se convirtió en su vigilante y protector. Por eso, no es de extrañar, que tras nuestro regreso a la Tierra tras una exitosa misión, haya vuelto a ese arenal, y justo a tiempo para abortar una operación delictiva.
Nuestro aliado no es el único alienígena que se pasa por estos parajes. Un grupo de malechores de otro planeta vio una oportunidad ante su ausencia para traficar con material radiactivo de origen más que dudoso. El cliente, un científico sin escrúpulos, colaborador freelance de la corrupta y decadente Academia. Sólo imaginar el tipo de experimentos para el que podría querer el material nos pone la piel de gallina. Afortunadamente, llegamos a tiempo, y tras enterarnos de esta siniestra operación, pudimos intervenir para impedirla. La mera visión del Capitán Neyyan Skyssain hizo que los vendededores pusieran pies en polvorosa entre disparos de plasma e improperios varios. Una secuencia de acción propia de una serie como los Vigilantes de la playa que rompió la apacible rutina de Caneliñas. El vendedor, en cambio, se lo tomó con más calma y pragmatismo. Negó que tuviera nada que ver con los traficante de sustancias radiactivas y se fue a un bar a tomar un refrigerio acompañado de unas raciones de tortilla y empanada. Se puede decir que se fue con las manos vacías pero con el estómago lleno. Su nombre es Doctor Gregor Malevich. Habrá que seguirle la pista.

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